Recorrido por La Albania, finca en vía de liberación

Por Minga de comunicación

 

Hoy amanecimos paseando. Las niñas, los mayores, los jóvenes y los perritos estuvimos caminando la nueva tierra acompañados del padre sol. Entre los zurcos y la alambrada, atravesamos los cultivos de coca y de maíz, los cuales, tras unos metros, se transformaban en un paisaje de caña. Así, pudimos disfrutar de la historia de recuperación y liberación de la finca La Albania.

Este trocito de la Madre Tierra comenzó a liberarse el 27 de octubre de 2015 en un trabajo en el que la comunidad, sembró las semillas que cada uno podía aportar: frijol, maíz, yuca, zapayo…

Esta minga está enmarcada en un proceso de liberación que venimos dando en el norte del Cauca, atendiendo el llamado de las comunidades y de la Madre Tierra a desalambrar y re-equilibrar el territorio. El mismo resguardo de López Adentro, desde el cual partimos, así como La Selva, Huellas, Bodega Alta, entre otros, nacen de un proceso similar en la década de 1980, siendo hoy territorios liberados y convirtiéndose en ejemplo del mandato ancestral.

Durante el paseo por la finca, comenzamos a ver los cultivos de yuca y de maíz. Llegamos hasta la cabañita, la cual fue pintada durante los días de minga con los símbolos y colores del CRIC. Sin embargo, ya no podemos observarlo, pues fue borrado por no se sabe quién.

Al principio, cuando recién entramos en la finca en octubre de 2015, llegaron también los afros junto con los campesinos de las zonas de reserva campesina para advertir que esta tierra ya había sido reclamada por ellos unos años atrás al propietario. Sin embargo, desde que la reclamaron estaban esperando una respuesta que nunca llegó ni llegará. Los afros trabajaban en la finca  para el propietario y temían que sin ella perderían sus jornales. Nuestra comunidad les dijo que la respuesta que esperaban por más de 20 años no llegaría y por eso concluyeron que es necesario pelear juntos esa tierra para poder disfrutarla a partes iguales por los afros y los indígenas.


En todo este proceso de liberación se abren varios desafíos: la necesidad de que el esfuerzo sea compartido. Es un deber defender la tierra y es también responsabilidad de los pueblos luchar por ella, sabiendo que la lucha nunca será fácil y sus resultados serán a largo plazo. Por esta razón la lucha se extiende a cada uno de los pueblos y sus territorios, siendo fundamental pensar para ella un proceso de concientización y de conexión con nuestro planeta, desde lo cultural y desde lo espiritual, pues de allí surge el sentido y la fuerza de la liberación. Y es que, como dice un minguero, los ancestros afros, campesinos e indígenas pudieron cometer algunos errores, pero es el presente y el futuro de nuestros nietos y bisnietos lo que está en disputa, y con él, el presente y futuro de los ríos, bosques, y todas las especies que compartimos este territorio al que llamamos Madre tierra.

De La Albania regresamos a El Pílamo, sitio del encuentro. De una tierra que huele aún a caña y a químico a la que ya huele a comunidad india y negra. “Huele a hombre”, decía un mayorcito hace décadas para decir que es gente digna.

El paseo terminó y ahora a escribir: Hoy amanecimos paseando…