Somos la Tierra. Cuatro años en La Empera

Fotos y texto: Minga de comunicación.

«Nosotros somos la Tierra».

Él, un liberador, lo dice con una fuerza y una sonrisa encantadoras.

La palabra resuena en cada pecho. Le sigue un silencio vibrante.

Y el gallo de la finca aprueba.

Estamos a 5 de marzo, en la Finca la Emperatriz. Estamos en casa, pues.

Apretados en el auditorio de la Finca, escuchamos a las compañeras y los compañeros que empuñan el micrófono para saludar y recordar. Ojos brillantes y alegría en los labios. Fieles en la lucha, los ‘mísperos’ de tierra caliente nos rodean, prestándonos sus raíces como sillas, refrescándonos con su sombra. Calor, sí hay. Calor del sol picante de estas últimas semanas; calor de los corazones de la familia de nuevo reunida, sobre todo. Abrazos, recochas, noticias, manos que se aprietan y no se sueltan. “Amor verdadero” dicen por ahí en una canción.

Desde la mañanita hemos venido llegando de todos los rincones del Norte del Cauca: de Corinto, de Lopezadentro, de Huellas, de Toribío. También de Cali, y hasta de México y de Francia. Es que la familia crece más y más, gente enamorada de la liberación de la Madre Tierra, gente que le apuesta al desalambrón. Se dice que estamos celebrando un cumple y un grado. Dos en uno, ¿quién se iba a perder eso?

Porque hoy cumplimos 4 años de haber entrado en la finca La Emperatriz.

Cuatro años empuñando caucheras, azadones, ollas, bastones. Cuatro años peleando, sembrando, regando, cosechando, desgranando. Cuatro años comiendo envueltos, motes, sancochos, morcillas. Cuatro años tejiéndose los unos con los otros, charlando, aclarando, organizando, amistándose. Cuatro años viendo crecer el bosque, embellecer la quebrada, volver los pájaros, las chuchas, los guatines, los armadillos, las hormigas…

Cuatro años de arremetidas que no pudieron nada.

La última fue hace doce días. Cuatro tractores destruyeron la cocina y pasaron sobre el maíz y el frijol que habíamos sembrado. El maíz, lo cosechamos dos días después; en el piso, pero lo cosechamos. Harto maíz, los dedos todavía nos duelen de la desgranada largota. Y el fríjol, nació parejito, no le pasó nada. “Antes, nos ayudaron a polcarlo” se dice con malicia. La cocina ahora tiene un techo de zinc; bien bonito. “Es que ya estaba muy vieja, tocaba cambiarla.”. “Remodelación” dijeron en Corinto en la última arremetida. En esta arremetida hirieron a tres compañeros.

Hoy, ellos andan por acá, de pie y de alegría. Preguntando cuándo empieza el baile. Es que cuando se dice “guerreros milenarios”, pues no es para nada solo un lema.

Y en estos cuatro años nació la escuela política de la Liberación de la Madre Tierra. Jugtewesx üuskipnxi Kaweçe’na. Caminar la palabra de los mayores, volver a la raíz. Una escuela para escuchar en cada uno la memoria de tantos años de vida y de lucha del pueblo nasa. Una escuela para dejar brotar los saberes que nos laten en el corazón desde el tiempo en que vivíamos tejiendo, bebiendo, comiendo, ofrendando, bailando libremente, y que se fueron tapando, acomplejando, callando desde la llegada de la conquista. Ahí están todavía; toca solo despertarlos, como los ojos de agua que vuelven a brotar en los puntos de liberación.

“La graduación”

Primero lo primero: desde octubre, nos juntamos alrededor del curso-taller de Historia Política del Pueblo Nasa. Unos siete “mapas parlantes” nos ayudaron a recordarla, a mirarla en los ojos, a confrontarla con el hoy, a sacarle aprendizajes para mañana… Y en este día 5 de marzo, nos graduamos.

Llenos de un almuerzo bien rico, y alegres de las primeras rondas de chicha, nos juntamos todos en círculo, bien cerquita los unos de los otros. Es el momento de la entrega de los diplomas. Pero no cualquier diploma. “La historia de la lucha se lleva en el pecho” dice un compañero en el micrófono. Por eso es que empieza una dinámica toda chistosa: cada quien que se va a “graduar”, que está en el círculo, recibe en sus manos una camiseta de la Escuela política; pero no es la suya, es la que tiene que entregar a otra persona del círculo al tiempo que busca la suya, la que le guste. En un orden bien desordenado, cada uno busca su tamaño, su color, su gusto. Y nos reímos de los pequeñitos, de los grandotes, de los pechos abundantes, del que no cabe en ninguna… Por fin, cada camiseta encuentra su cuerpo. Y el círculo se vuelve a formar.

Es el momento en que, en un silencio bien bonito, algunos compañeros llevan al centro del circulo unos pedazos de la Historia, símbolos de esta historia de cinco siglos:

– Así era nuestra tierra antes de la conquista: se simboliza este momento con una olla de barro llena de la chaguasgua que nunca faltaba en las casas para la alegría.

– Las guerras de liberación: se simboliza con dos lanzas que representan la lucha de liberación que emprendió La Gaitana.

– Bajo la dominación extranjera: una jigra de cabuya de las que se siguen tejiendo hilo tras hilo, palabra tras palabra, representa la etapa en que después del final de la guerra, en 1654, el imperio español empieza a dominar estos territorios; pero las mujeres siguen tejiendo.

– El país nasa en los tiempos de Juan Tama: se representa con el mapa de los resguardos que nos dejaron nuestros caciques.

– Cuando nace Colombia: se simboliza con el hacha que trajo el hombre blanco para acabar los bosques de quina, acabando con toda la montaña.

– La Quintinada: se simboliza con un azadón, que hoy en día nos da comida pero en otros tiempos se usó para esclavizarnos: después de escuchar a Quintín Lame la gente tiró los azadones, ya no le trabajó al terrateniente. Por fin el último símbolo: una pañoleta del CRIC: sangre y tierra, el hilo de 500 años de lucha.

La tarde está cayendo. Es la hora mágica de La Empera. El Sol se sonroja y se esconde detrás de los árboles: él sabe nuestro gusto por la oscuridad a la hora de bailar. La chicha sigue sus rondas, fuertecita apenas. Ahora sí: se abre la fiesta. Las parejas se arriesgan en la pista. Es la hora de tejer con los pies, agradeciéndole a la Tierra por sostenernos una noche más.

“Somos la Tierra”

Y ahí todo está dicho.

Guillermo Paví, Javier Oteca, Daniel Felipe, Héctor Latín, Ramón Ascue, Fredy Yulián nos acompañan en esta celebración. A sus lados sonríen La Gaitana, Quintin Lame, Juan Tama y todas las mayoras y mayores que caminaron con la Madre Tierra desde 500 años y más. Están ahí, juntitos, alrededor, abajo, arriba. Adentro. Seguro que se están tomando una buenas chichitas ellos también. Festejando este abrazo sin fin de la lucha del ayer y del hoy. Celebrando esta familia que nunca descansará hasta verla en libertad.

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