Control territorial en Canaima
En el norte del Cauca hay una tierra llamada Canaima, una finca arrebatada, recuperada a la agroindustria cañera por la fuerza de las comunidades liberadoras de la Madre Tierra. El gobierno de Iván Duque instaló una base militar en esta finca desde 2021, en uno de los intentos por detener el proceso de liberación de la Madre Tierra. “Ahora que ganamos esta tierra a pulso, el gobierno de Petro quiere entregarla a otra comunidad”, dice con rabia un liberador que está posesionado en esta tierra desde hace ocho años, al igual que muchas otras familias del pueblo nasa.
En estos días crece la zozobra por causa del ingreso constante de civiles en carros y motos a la casa que usa el ejército como base militar dentro de la finca. Canaima tiene dos puntos de ingreso, dos portones separados unos 200 metros uno de otro. Por uno de ellos entra el ejército hacia la base militar. El otro está controlado por comunidad afro. La comunidad liberadora, y otras que acompañan, realizan permanentes acciones de control territorial.
El día viernes 7 de julio, el movimiento fue exagerado. Carros y motos con gente civil entró y salió todo el día hasta altas horas de la noche. En la tarde, llegó un joven de civil, momentos después de que salió un carro con militares, y dijo que le gustaría apoyar, después de hacer muchas preguntas, preguntó que si se podía quedar. Se le dijo que no podía quedarse, por no ser conocido por nadie en la comunidad.
En la noche de ese mismo día, viernes 7, fue capturado un comunero de Huellas entre Santander y Caloto. “Todos esos movimientos de carros, la presencia de ese joven que llegó y la captura están relacionados”, manifestó una comunera que estaba en el turno.
El 30 de junio, el ejército ingresó un tractor a la hacienda Canaima y empezó a arar la tierra por la orilla del guadual. La comunidad liberadora impidió la acción. El ejército argumentó que construiría una vía por la orilla del guadual para ingresar y salir por allí, una vía que conectaría con la que usa la comunidad afro, que afirmó que nada tenía que ver con la actividad del tractor. El día anterior un helicóptero aterrizó dos veces en la base militar.
Cansada de todos estos movimientos que generan tensión, el día 8 de julio, hacia las 3 de la tarde, la comunidad liberadora cerró el portón por donde el ejército entra y sale de la finca. Un carro gris con civiles adentro quedó en medio del trancón. Inmediatamente reaccionaron diciendo: “somos militares y estamos realizando operaciones militares”. Momentos después llegó una camioneta con soldados que iban saliendo de la base. Se formó una acalorada discusión. Los militares argumentaban la necesidad de moverse libremente. La comunidad les reclamó que los civiles y los militares que ingresan a la base son los que mueven información y fotografías y las entregan a la fiscalía, que después ordena las capturas.
Unos momentos después llegó la comunidad afro con banderas blancas. Una de sus voceras dijo: “como estamos en nuestra región, llegamos a acompañar de forma pacífica”. El control territorial se hacía en ese momento por los movimientos del ejército y los civiles que se mueven en la base militar, no por la presencia de la comunidad afro.
La comunidad afro hace presencia permanente en uno de los portones de ingreso a la finca Canaima por donde no dejan pasar a la comunidad liberadora. La presencia en el lugar la hace desde finales de mayo, cuando el gobierno de Colombia prometió tierra en Canaima para afrodescendientes. “Un gran error”, dice un liberador, “porque esta tierra ya la ganamos en ocho años de lucha contra la industria cañera con sus paramilitares y contra el estado colombiano que defiende a los ricos”.
Después de unos minutos de diálogo, en presencia del personero municipal y el secretario de gobierno de Caloto, hablando de la necesidad de que el ejército no se preste para capturar comuneros y que las comunidades vecinas no se involucren con los armados, el carro gris con civiles avanzó despacio por la orilla del cerco, por dentro de la finca. “¿Qué pasa con ese carro?”, gritó alguien. “Le dimos permiso para que pase”, gritó una mujer afro. El carro avanzó por la orilla del cerco hasta el siguiente portón, el que está controlado por la comunidad afro, que les quitó las guaduas con las que impiden el paso y le abrió el portón, “un portón que siempre está cerrado para la comunidad liberadora”, dijo un liberador.
Inmediatamente la comunidad liberadora se dirigió hacia allá, a unos 200 metros, para tratar de impedir la salida del carro, pero éste fue protegido por la comunidad afro. Se formó un altercado con gritos y alegatos. “Nos tildaron de guerrilleros y amenazaron con traer pandillas de Guachené”, contó una liberadora.
La comunidad liberadora se mantiene en alerta por el movimiento de helicópteros, aviones militares que sobrevuelan, por el ingreso de vehículos y militares que graban con cámaras y celulares, y ahora por el apoyo que le brinda la comunidad afro, que pretende apoderarse de la finca Canaima con el concurso del gobierno colombiano. Además porque se comenta que vienen más capturas. Aquí cabe una pregunta: ¿si estas fincas ya las compró el gobierno de Petro por qué sigue la persecución jurídica contra las familias que luchan por la tierra?
La comunidad liberadora abrió el portón después de unas horas, y ante un ambiente bañado por los intentos del gobierno nacional de entregar la finca a otras comunidades que no la han luchado, dijo un liberador: “aquí vamos a seguir y también va a seguir el control territorial en Canaima”.
18 de julio de 2023
Minga de comunicación
Proceso de liberación de la Madre Tierra.