Hace cinco años le cogimos la cola al diablo

Vaya sorpresa, una de las fincas figura a nombre, nada más y nada menos, que de Ardila Lule. En el papel, pues. Ahí fue donde dijimos: le cogimos la cola al diablo. Era el 14 de diciembre de 2014.

Pasó el tiempo y ahí seguía el diablo, vivito y coleando. ¿Será que arrebatarle 600 hectáreas es como quitarle un pelo a un gato? El enemigo es grande y concentra todo el poder, nos dijimos.

Entonces entramos en más fincas, ya van 12, y vienen más. Pero se veía dura la vuelta, entonces empezamos a juntarnos con gente igual de loca, de esa gente que no tiene miedo de cogerle la cola al diablo.

Abrimos la liberación. Ocho mingas de comunicación, tres encuentros internacionales, dos marchas de la comida, docenas de giras por Colombia y el mundo. Ahí fue que sentimos que es posible.

Porque recuperar las fincas es fácil, digamos. Liberar es lo difícil. Toca que caiga el sistema completo.

Claro, el monstruo reaccionó. Intentó militarmente más de 300 veces y perdió. Intentó en sus medios capitalistas y logró bastante, sembró la duda en la opinión. Intentó en los tribunales, con maniobras cochinas y no ganó un milímetro. Sigue intentando en el terreno que mejor conoce: en el escritorio.

La estrategia institucional es muy atractiva. Ofrece carreteras, proyectos, buenas intenciones. No a la liberación, que no come cuento. Lo ofrece a nuestras estructuras, que esperamos tengan el coraje de no ceder porque es la vía que le queda al monstruo.

Cinco años, un suspiro. Una raya invisible en el espacio-tiempo. Leves briznas, somos, intentando cambiar el mundo.

Consideramos que aún es posible. Porque lo hemos visto con los ojos: guatines, culebras, pajaritos, abejas, monte, alimentos… Hemos visto el retorno de la vida (para no decir que lo hemos hecho, para no aparecer en los créditos). Consideramos que en este rincón de Uma Kiwe el monstruo ha sido derrotado.

Derrotado en lo concreto. Porque hay sutilezas y profundidades que no logramos penetrar aún. Quién puede negar que el sistema está adentro, que camina con nosotres. Esa vuelta es laaaarga. Los guatines y las abejas no tienen el mismo problema. Nosotres somos el problema.

Nuestro modo, para hacerlo posible, seguirá siendo no creer. No creer ya en los acuerdos, no creer en el gobierno, no creer en el Estado. Es por otra vía: entrar en las fincas, desocuparlas de caña, quedarnos aquí y aquí vivir sabroso.

A cinco años, les invitamos a la vida sabrosa en cada rincón de Uma Kiwe.

Proceso de liberación de Uma Kiwe
Norte del Cauca, Colombia.

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