Primer día de la Minga de comunicación: sembramos maíz en la hacienda Vista Hermosa
Y nos encontramos, este martes 11 de abril, por cuarta vez en la Minga de Comunicación, volvimos a López Adentro pero esta vez a la comunidad de Vista Hermosa. Poco a poco fuimos llegando, presentándonos, reconociéndonos y reafirmando que de verdad es bonito lo que se logra ver desde el alto de la vereda: en medio de grandes extensiones de tierra sembrada de caña, hay manchas que nos recuerdan que se ha liberado bastante porque están sembradas de comida, pero que falta mucho más por liberar porque sigue habiendo mucha caña. Y hay mucha gente sin tierra: indígenas, afros y campesinos. Y al haber mucha caña hacen falta otras muchas plantas y muchos animales que sostienen el ‘equilibrio ecológico’.
Muy tempranito, nos despertaron los compas con un delicioso desayuno más que apropiado para la jornada que se nos venía. Guiados por la bandera del CRIC, amarrada en una caña, entramos a la finca Vista Hermosa, que surte al ingenio Río Paila, con machete en mano y semillas de maíz en la jigra. Así, en montonera, fuimos sembrando maíz aprovechando los surcos que habían dejado los ‘dueños de lo ajeno’, quienes hasta nos hacen el favor de dejarnos arada la tierra (cuando preparan la tierra para sembrar la caña).
Sembrada la comida, era momento de cortar la caña que iba brotando en los surcos, de continuar con lo que hemos venido haciendo desde hace tres años, o mejor, desde hace 12, o no, 40, qué va… desde hace más de 500: liberar a Uma Kiwe. Liberarla, ahora, de los cultivos que solo buscan alimentar los carros y las maquinarias con las que quieren exterminarnos, lo que pasa es que como ya lo decíamos, somos montonera y nada ganan con matar a Javier o a Taurino o a Pedro porque miedo no nos da, aquí seguimos y seguiremos sembrando, cosechando y resistiendo.
Y por eso, porque resistimos, fue que la jornada nos alcanzó hasta para cosechar unos buenos zapallos para el almuerzo de estos días. Cosechamos más de 10, y con la cara tapada como si lo que lleváramos fuera lo más peligroso de este mundo –al parecer en eso se ha convertido la comida-, salimos a la carretera tratando de esquivar las preguntas incómodas de los representantes de la seguridad privada de los ingenios: “¿Qué hacen acá, estaban cortando la caña?”, como que no necesitaban preguntar eso, como que ya lo sabían. Pero bueno, qué se le va a hacer, a ellos les gusta vigilarnos y enojarse cuando somos nosotros quienes grabamos sus atrocidades.
Regresamos a las carpas con ganas de almorzar, de bañarnos ¿y de descansar? No, si faltaba la segunda parte de nuestro día, la de compartir nuestros sueños, luchas, pérdidas y victorias. Recordando a Guillermo Paví, que el 10 de abril cumplió dos años de ser asesinado por el Estado, y otras personas que han muerto en esta lucha. Victorias como la de los compas de Cajamarca que, usando los mecanismos del mismísimo Estado (una consulta popular), lograron echar pa’ tras todo un plan de muerte trazado por la locomotora minera; luchas para proteger el agua como las de nuestros compañeros Misak; procesos barriales en Cali, Bogotá y Palmira que se vienen pensando una comunicación caminada y luchada con la gente; procesos indisciplinados que desde la academia buscan desobedecer y replantearse sus formas de sentir y de pensar. En fin, procesos de liberación desde diferentes rincones rurales y urbanos que llegan a sumarse y a contarse como una voz más en este largo andar que nos queda.
La noche se nos vino acompañada de lluvia y de frío y alumbrados por la luna nos reunimos hasta la madrugada. De nuevo, mirando hacia el valle, nos llenamos de fuerza acogiéndonos como siempre a al arrullo de la Madre Tierra para avanzar, para seguir cogiendo el machete y sembrando comida, para seguir liberando el agua y el aire. Y es que, como dice la comunidad, la Tierra está empezando a cantar de nuevo, ya se escuchan pájaros, se ven conejos y serpientes, la vida está volviendo donde antes sólo se veía muerte.
Pero aún falta, aún falta muchísimo y en cada encuentro nos damos cuenta de que nuestra lucha es muy parecida a la suya, de que la suya es muy parecida a la del otro, así que si todavía no nos hemos podido encontrar todos y todas, ya habrá tiempo.
Vamos, esta vez, hasta el viernes 14. Les vamos contando.