Un acueducto familiar
Después de quedar con maripositas en el estómago al ver la hiladora y su historia de amor, nos fuimos para Loma Larga, en el municipio de Jambaló, donde encontramos la parcela de Silvio Campo, ubicada en la falda de la montaña. Al caminar hacia este lugar observamos que a su alrededor hay biodiversidad y un hermoso paisaje que la Madre Tierra nos regala para admirar. Al llegar, los integrantes del equipo de la Campaña nos presentamos y la familia nos dio la bienvenida con un café cultivado orgánicamente y un bizcochuelo hecho en casa en un horno de barro. Ellos no son dependientes de lo exterior para la marcha del hogar.
Silvio nos cuenta todo el proceso que ha tenido que vivir durante años porque en este lugar es difícil el abastecimiento del agua ya que no hay un acueducto en la vereda. Además, sobreviviendo en medio de la guerra porque su casa está en un alto. Sin embargo él dice que vivir y compartir con su familia y con la comunidad los ha llevado a estar más unidos y que tienen más respeto y amor hacia la Madre Tierra.
Por la gran necesidad de agua que tienen en la vereda él tuvo la idea de inventar algo para solucionar este problema y desde ahí comienza a sembrar toda variedad de vegetación de reforestación y que le dé mucha humedad al lugar para así obtener agua en abundancia y crear su acueducto casero. Para lograrlo tuvo que esperar entre cuatro y cinco años para ver el resultado. Cuando comenzamos a subir para conocer el acueducto casero, encontramos en el recorrido los cultivos de arveja, maíz, café, granadillas comunes, nacedero, platanillo, entre otras variedades.
Al llegar al ojo del agua se observa que ha tenido mucha dedicación en sembrar y conservar ese lugar, comenzando con la consulta del thë’ wala: el mayor le hace la armonización y cada tres meses vuelve a hacer el trabajo; esto le ha ayudado a que el acueducto esté siempre en abundancia, que aun en sequías el agua abastece su hogar. También él hizo una desinfección cuando hubo combates alrededor porque quedaron casquillos de fusiles y otros residuos negativos que deja la guerra.
Hay dos suministros de agua. Uno es para su casa, el cual es hecho solo con 10 metros de manguera, un tarro plástico de 20 litros, una botella reciclada y una malla. El procedimiento que él hace es un camino para que el agua llegue donde está situado un pequeño pozo y de ahí pase al tarro plástico por la manguera; de ahí pasa por un filtro en el cual hay una malla y un envase plástico, separando la suciedad o los residuos grandes. Este proceso es el que abastece la casa para su uso potable ya que esta agua sale pura porque no tiene ningún contaminante alrededor y también es de uso doméstico. El otro suministro es más grande pero Silvio lo utiliza para riego de sus cultivos porque este no tiene filtro y lleva muchos residuos, y muchos más cuando llueve.
Esta familia es muy trabajadora. La esposa de Silvio hace mochilas de lana de ovejo y sus hijos también trabajan como agricultores. Ellos como nasas tienen su huerta tul que les permite su propia autonomía alimentaria y dicen que no les hace falta nada en su hogar porque en alimentación ellos mismos se abastecen y trabajan su propia parcela. El único sueño que a ellos les falta realizar como familia es que su invento tenga más recursos económicos para que el acueducto sea utilizado en el bienestar de la vereda y así suministrarle a la comunidad el agua que tanto necesitan.
Silvio Campo está dispuesto a compartir su experiencia de vida con los demás para que ésta sea aprovechada en la educación propia y así crear conciencia de lo importante que es el agua y que todos la podemos cultivar, conservar, respetar, tratarla como un ser vivo que es y no como un recurso al servicio de planes que la ‘ferean’ o la privatizan.