Desalambrar la palabra escrita para transmitir los sentires y la sabiduría de los pueblos

Jueves 13 de abril de 2017

Hoy nos encontramos en el tercer día de la Minga de Comunicación por la Liberación de la Madre Tierra, el amanecer nos recibió con una mañana fresca luego de descansar y soñar con un mundo liberado. Al amanecer, con el sol y la música acompañando el ambiente, los mingueros y las mingueras nos levantamos conversadores, alegres, más cercanos y cercanas; así subimos a tomar el desayuno con una receta tradicional que nos endulzó el paladar: masitas y aguapanelita caliente.

En la tercera jornada de la Minga dispusimos nuestros corazones para aprender a “desalambrar la palabra escrita”, nombrando lo innombrable, narrando las epopeyas, las victorias y las derrotas, nombrando el mundo y comunicándonos otras maneras de ser gente. Aprendimos también que, como la diversidad del mundo es inabarcable con un solo lenguaje, hoy la redacción nos lleva a nombrar lo que anteriormente no habíamos nombrado, lo que no se suele decir cuando nuestro corazón está desombligado de la Tierra y se encuentra alambrado por el pensamiento moderno-colonial que nos llena de ruido, dificultándonos aprehender el lenguaje de Uma Kiwe (Madre Tierra) y debilitando los hijos que tejen la comunicación entre nosotros como hermanos y hermanas, como pueblos en resistencia.

En esta escuela sin aulas y sin calificaciones, des-aprendimos hoy que no sólo existe la redacción desde el texto escrito, sino que hay otras formas de redactar el pensamiento como cuando tejemos, cuando cultivamos en espiral o en la forma de construir nuestras casas y nuestros sueños. Otra de las tantas cosas que des-aprendimos fue que este proceso de la liberación nos enseña a poner la sabiduría de nuestros propios pueblos originarios, ancestrales y populares en la palabra escrita desde el arte sencillo de la vida, transmitiendo sentires, sensaciones, emociones, memorias, pensamientos e inconformidades que nos permiten transformar la realidad.

Como la idea es que todo sea para todas y todos, aquí les queremos compartir una ‘lista de consejos’ para desalambrar la redacción:

  1. Plasmar la sabiduría de nuestros pueblos: Aunque nosotros nacemos con ella, cuando nos da por irnos a las escuelas, las universidades y los procesos de formación, vamos cogiendo malas mañas que hacen que esta sabiduría se nos desplace a un rinconcito del corazón, pero aprendimos que podríamos volver a despertarla con sensibilidad, inspiración y mucho amor.
  2. Escriba como habla: para escribir, a veces nos complicamos buscando palabras colonizadas para transmitir nuestras ideas, por eso aprendimos que si queremos escribir bien, debemos escuchar a nuestros pueblos, sus dichos, refranes, su picardía, mejor dicho, escribir con malicia indígena, recurriendo, por ejemplo, a la cantaleta que nos echan de vez en cuando nuestras madres.
  3. Escriba como le dé la gana y lo que le dé la gana: cuando tenemos la inspiración para escribir, de primerazo, no nos fijemos tanto en los tachones, los puntos o las comas o las tildes, la idea es escribir lo que va brotando del corazón; después, cuando las ideas estén puestas en escrito, empezar a mirar la parte técnica de ortografía y demás.
  4. Escriba para arrancar suspiros, lágrimas, carcajadas, rabia, indignación, amor y otros sentimientos que nos permitan liberar el corazón y el pensamiento de la Madre Tierra.

Luego de esta primera jornada, fuimos a disfrutar en compañía de todos y todas de una deliciosa tilapia frita, con lentejas, arroz y limonada para tomar fuerzas y alegrar el espíritu de nuestra palabra y refrescarnos del calor pegachento incrementado por la presencia del monocultivo de caña de azúcar.

Ya con la barriga llena y el corazón contento, y como eso de que “indio comido indio ido, indio desagradecido” es una mentira colonial, sí nos fuimos, pero a seguir minguiando; continuamos desalambrando la palabra al realizar y comunicar un ejercicio que consistía en escribir una carta a nuestras abuelos/as en palabras sencillas pero profundas donde les explicáramos qué estamos haciendo aquí y por qué; despertando nuestras sensibilidades, amores, tristezas, recuerdos y una que otra lágrima. De esta manera, pudimos escuchar que había asuntos comunes y que se repiten en nuestra existencia como lo son el territorio, el agua, las semillas, la dignidad y la sabiduría de los mayores.

Entre tantas historias que escuchamos podemos resaltar algunas experiencias como la de una compañera quien es profe de quinto de primaria en un colegio de Soacha (Cundinamarca) y además de su carta nos compartió cinco más hechas a mano por sus estudiantes, llenas de dibujos y muchos colores para los liberadores/as dándole importancia a desalambrar también la pedagogía. Otra experiencia que pudimos aplaudir, entre tantas, es la intervención de una liberadora que pone en sus propias palabras la necesidad de liberar la Tierra, para sembrar en ella y que las generaciones venideras la puedan disfrutar.

Revivir recordando: en memoria de los hermanos y las hermanas sembradas

Con un rosado que pintaba el atardecer y en la compañía del arcoiris, revivimos a través del recuerdo a los compañeros/as caídos en lucha: Guillermo Paví, asesinado por el estado colombiano en el 2015; en El Naya entre el 10 y el 13 de abril de 2001 más de 100 personas fueron amenazadas, torturadas y masacradas por paramilitares que pasaron por las narices del ejército como si nada. También recordamos el reciente asesinato del liberador Javier Oteca a manos del ingenio INCAUCA el pasado 22 de marzo del 2017 en el punto 1 de liberación en la finca Quebrada Seca de Corinto, con la complicidad del ejército colombiano.

Finalizando el día pintamos una espiral de colores con nuestras propias manos, acompañando nuestros pasos con frases bonitas, plasmando en este acto simbólico de hermandad y amor nuestros sueños, esperanzas y anhelos en el camino hacia la liberación de la Madre Tierra.