La liberación de la Madre Tierra evita un nuevo montaje del ejército y la fiscalía

Por Minga de comunicación.

El 21 de febrero, la carretera pavimentada Caloto – Corinto, que pasa por la finca La Emperatriz se vistió de verde y negro. Esta vez no era el ESMAD, era otra invasión de militares del batallón de alta montaña número 8 que opera en los territorios de Caloto, Toribío, Jambaló, Miranda y Corinto, y del CTI de la fiscalía de Colombia. Mientras Juan Manuel Santos sigue hablando de paz, en los territorios aumenta el pie de fuerza y los puestos de control en las carreteras del norte del Cauca. Dicen los militares: “para agarrar a gente mala.”

Siendo las 11.30 de la mañana, soldados y agentes del CTI se ubicaron sobre la carretera que conduce de Caloto a El Palo, según ellos “a realizar un puesto de control rutinario”. Puesto de control que no tenía ninguna señalización. Los del CTI “Andaban en una camioneta vieja y en ella andaban dos encapuchados”, dice la autoridad tradicional del resguardo de Huellas. Por eso una liberadora de la Madre Tierra dice: “venían a hacer otro montaje”, recordando el montaje que le hicieron a Jairo Cruz el 9 de enero, en Corinto, en el que entre el CTI y el ejército lo capturan, lo golpean y luego le atribuyen varios delitos como quema de maquinaria, entre otros.

Dicen los militares que sintieron sospecha “de dos hombres que al vernos sobre la vía se devuelven en su moto hacia la finca” La Emperatriz. La verdad es que los dos hombres eran dos liberadores que acudieron al llamado de alerta por la presencia de fuerza pública cerca de la finca.

Los soldados incursionaron en el lugar para dar captura a los dos liberadores, insultándolos y preguntándole a uno de ellos “dónde tiraste las armas, hijueputa”, mientras buscaban en la yerba las armas que su imaginación de soldados les dictaba. La comunidad presente en el lugar evitó la captura y el atropello por parte de la fuerza pública, que al ver la reacción de la comunidad empezaron a correr saliendo de la finca y tomando la carretera hacia Caloto, hacia donde estaban los carros que los esperaban. La comunidad, en uso de su derecho a la autonomía en sus territorios, logró detener a dos militares y un miembro del CTI y, por precaución, les decomisan el armamento: fusiles, pistolas, proveedores, radio de comunicación, GPS. Los demás militares y miembros del CTI escaparon.

Las comunidades vecinas acudieron en gran cantidad y llegaron a respaldar y a defender la finca La Emperatriz, territorio que se encuentra en proceso de liberación por comunidades indígenas del norte del Cauca; a juntarse para alzar nuevamente la voz en rechazo a la presencia de grupos armados en los territorios y defender el proceso de lucha de la liberación de la Madre Tierra.

Ante la reacción organizada de la comunidad, llegan refuerzos militares para presionar la entrega de los dos militares y el agente del CTI. Mientras esto ocurría en la vía, los medios de comunicación y redes sociales afirmaban que los indígenas habían herido y secuestrado a dichos militares. En realidad los militares estaban en perfectas condiciones de salud y gozaban de su entera libertad de movimiento en medio de la comunidad; ellos no fueron víctimas de insultos, ni de maltrato físico o psicológico. Con esta muestra de humanidad las comunidades indígenas afirman una vez más su compromiso con el respeto a la vida, y a las vidas de todos y todas.

Los mismos militares llamaron a sus mandos, que ya estaban listos para atacar, para decirles que “nos encontramos bien” y que “la comunidad solicita que venga un representante del mando militar para resolver el caso”. Al mismo tiempo la autoridad tradicional solicitó la presencia del personero municipal de Caloto.

Una vez llegó el mando militar, el coronel Castro y otros oficiales, se reunieron las partes para discutir sobre lo sucedido con la presencia del personero municipal de Caloto, por supuesto los sat’wesx y la comunidad, siempre presente.

Una reunión que se dio en medio de la arrogancia y prepotencia por parte del ejército, ya que los mandos llegaron imponiendo su lógica y exigiendo que las cosas se hagan a su manera, sin considerar que estábamos en territorio indígena.

Vinieron y pidieron hablar con los “jefes”, a lo que la comunidad respondió diciendo “aquí hay sat’ wesx, y aquí todos mandamos y las decisiones se toman entre todos y todas”.

Vinieron y hablaron duro, como para intimidar, a lo que la comunidad respondió con dignidad y paciencia, sin claudicar en sus principios.

Vinieron y dijeron que necesitaban los fusiles porque “son tan sagrados para nosotros como la chonta para los indígenas”, a lo que la comunidad les gritaba: “¡las chontas no matan!

Vinieron y exigieron a una comunera que les hablara en español, a lo que la comunera les respondió rebeldemente en nasayuwe.

Vinieron y dijeron que querían “crear lazos de fraternidad, ser amigos”, vinieron a decir quiénes son los buenos y quiénes son los malos, pero la comunidad nunca olvidará la masacre del Nilo en el 91, la muerte de Javier Oteca, de Daniel Felipe, de Lorenzo Largo, de Guillermo y tantos más por parte de las fuerzas del estado.

La asamblea decidió entregar las armas al personero, dejando claro que las comunidades seguirán en pie de lucha por la liberación de la Madre Tierra.

Las armas se entregaron en un costal a la secretaria del personero. Él no las quiso recibir porque andaba con un dolor de cadera.

La autoridad tradicional exigió que el ejército no vuelva a entrar en La Emperatriz “porque este ya es territorio indígena”.

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Esta mañana, 22 de febrero, el ejército ya salió a decir a través de Notivisión que la comunidad que defendía a los liberadores de la Madre Tierra en La Emperatriz lo que había hecho era defender un cargamento de marihuana. El discurso de buenas intenciones del coronel Castro -nunca buscado, nunca creído- no duró ni 24 horas.

Soldado y miembro del CTI, detenidos por la comunidad andando tranquilamente entre la gente. Sin maltrato ni atropello.

Armamento decomisado, entregado al personero de Caloto.

El personero de Caloto habla al momento de la entrega de los soldados, el miembro del CTI y del armamento.

 

Acta de entrega de los dos soldatos, el miembro del CTI y el armamento al personero de Caloto.

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