¿Si cada rincón del planeta fuera un punto de liberación?

El 15 de febrero -ayer- después de recorrer el territorio mapuche, bien al sur de lo que hoy se llama Argentina, nos encontramos con distintos procesos y parches de la ciudad de Buenos Aires para compartir algo de la lucha que estamos haciendo en el norte del Cauca: Les contamos a esos parches que estamos liberando la Madre Tierra, que para lograrlo tenemos que resistirle cinco años al imperio y seguir de largo; que programamos encuentros con otras luchas sin tener ninguna financiación y lo logramos; que salimos en buses o chivas a compartir nuestra cosecha con otras luchas; que en medio de todo sacamos tiempo para vivir. O, mejor, que vivir es sacar tiempo para todo éso y seguir de largo y, sin dejar de sentir el dolor de nuestros muertos y otros dolores, hacer de la lucha una vida bonita, sabrosa. Paradise now.

Dejamos una pregunta: ¿Si cada rincón del planeta es un punto de liberación, un rincón arrebatado a las garras del capitalismo, no será que detenemos el calentamiento global?

Les compas de Gato Negro convirtieron la palabra oral en escrita. Y salió del modo que sigue. Gracias a elles y al grupo que nos reunimos esa tarde frente a Casa Gomera, casa recuperada, una tarde de música y conversa bajo el sol del verano de Buenos Aires.

“¿Si cada rincón del planeta fuera un punto de liberación?”: conversatorio con un compañero del proceso de Liberación de la Madre Tierra del pueblo nasa (norte del Cauca – Colombia)

“La lucha que nosotros estamos haciendo allí es una lucha que se ha rebelado contra este sistema. Estamos en doce fincas. Allí estamos haciendo la vida. Y a esas fincas las llamamos puntos de liberación o aldeas de liberación. Un lugar donde se puede vivir bonito, donde se puede vivir sabroso”, nos comenta un compañero que ha llegado a estos territorios para compartir las experiencias del pueblo nasa e interiorizarse de los procesos de lucha de otrxs liberadorxs.

Experiencias que nos ayudan a “caminar juntes” para extender lazos solidarios y combativos en defensa de la vida ya que la lucha por liberar la Madre Tierra “no es una lucha de nasas para nasas, sino es de nasas para todo el planeta”. Advertencia sanadora, mirada amplia hacia el horizonte y consciencia combativa que regenera la vida: “lo que estamos haciendo en el norte del Cauca también es por ustedes. Porque el agua que crece allí, le da la vuelta al planeta, el aire que nace allí, el oxígeno que generan los árboles que crecen allí en la tierra recuperada, también se respira aquí”.

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Venimos de un pueblo indígena, del pueblo nasa. En Colombia hay 110 pueblos indígenas, entre ellos el pueblo nasa que está en varias regiones de Colombia, pero en el caso nuestro, en el norte del departamento del Cauca. Por allí estamos viviendo y estamos haciendo una lucha que me parece que tiene que ver mucho con ustedes también, veremos si es así o no.

Al proceso le llamamos Liberación de la Madre Tierra porque en nuestra región, la tierra, todo ese valle gigante, esa tierra plana, caliente, está inundada de monocultivo de caña que es caña industrial para agrocombustible. Son cerca de 330.000 hectáreas sembradas y cultivadas de caña. Mientras tanto, la gente afro, el pueblo afro vive apretado en pequeñas ciudades como peones, más que peones como esclavos para cortar esa caña. Y el pueblo indígena está más hacia la cordillera, asentado y apretado contra la montaña, contra el páramo que son las reservas de agua, y apretado contra las peñas, contra los precipicios, porque es zona montañosa, que es una tierra que está solo para que le crezca el monte, para que crezcan los animales y para que vivan los espíritus de la Madre Tierra.

En esta tierra, que está esclavizada por el monocultivo de la caña, decimos: “hay que liberarla”. El agua que nace en las montañas y el agua que hay debajo de la tierra, en los acuíferos, es utilizada en proporciones de 25 millones de litros de agua por segundo para regar la caña, y eso es de un solo dueño, del hombre más rico de Colombia, uno de los más ricos del mundo. Tiene un ingenio de azúcar, no un ingenio de acá [de la mente], sino una industria muy grande que se llama Incauca donde se hace la transformación más grande de azúcar y agrocombustible de América Latina que está allí en el norte del Cauca.

Al pueblo nasa le dolió ver a la Madre Tierra sufriendo la esclavitud de la caña y se metió a las fincas a cortar la caña con machetes, a sembrar comida: plátano, yuca, maíz, frijol, y ha dejar crecer el monte nuevamente. En lugar de caña, que vuelva a crecer el monte. Entonces así hemos visto cómo vuelven los animales silvestres, vemos cómo crece el agua, incluso vemos cómo vuelven los espíritus de la Madre Tierra a vivir allí porque cuando hay ese tipo de cultivos [caña de azúcar] los espíritus no se sienten a gusto y se desplazan. Así que los seres espirituales de la Madre Tierra también son esclavizados por este tipo de cultivos. Ese es el lugar de donde venimos para compartirles esto.

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Antes de seguir me gustaría preguntarles si habían escuchado alguna vez hablar del pueblo nasa de Colombia. Nasa significa gente en el idioma nasa yuwe. ¿Y del pueblo mapuche? Más cercano, ¿no? ¿Y del pueblo wichí, qom? En Colombia, como les decía, hay 110 pueblos indígenas. Esos pueblos están en peligro de exterminio físico y cultural por el cultivo de la caña, por el cultivo de la palma (también para agrocombustible), por la minería de oro, por los hidrocarburos, por la extracción de gas. Así, en el idioma del capitalismo, donde hay riqueza debajo de la tierra, ahí están los pueblos indígenas. Pero no lo vemos como una riqueza sino como los seres de la vida, como hermanos. El petróleo, por ejemplo, es la sangre de la tierra. El petróleo no es un hidrocarburo como lo conocemos en el lenguaje occidental. Sacarle el petróleo a la tierra es sacarle la sangre a la Madre Tierra. Y el oro es un ser que ayuda a equilibrar las energías de la vida. Así que extraer el oro es desequilibrar la Madre Tierra.

En el idioma nasa, Madre Tierra se dice Uma Kiwe. Uma es mamá, Kiwe es tierra. Uma Kiwe, la Madre Tierra. Como decir la Pacha Mama. En Colombia, los pueblos que están sosteniendo el equilibrio de la vida, que están cuidando la naturaleza, están en peligro de exterminio físico y cultural a causa de la explotación de esos territorios. La lucha que nosotros estamos haciendo allí es una lucha que se ha rebelado contra este sistema. Vamos a acabar con la caña que está destruyendo a la Madre Tierra. En 5 años hemos logrado acabar con 3.500 hectáreas de caña. En esas hectáreas, antes crecía caña, hoy crece monte, agua, vuelven las abejas, vuelven las mariposas, vuelven las familias a vivir allí, con los perros, con los gatos, con las gallinas, con los pavos, y también con las vacas que ayudan mucho a liberar a la Madre Tierra.

Así que podemos contarles que de esas 330.000 hectáreas hemos logrado acabar el 1% de la caña, 3.500 hectáreas en cinco años. ¿Ustedes se imaginan si en cinco años logramos 3.500 hectáreas, cuánto nos tardaremos en lograr las 330.000 hectáreas? Se nos va a ir la vida allí. Pero eso decimos: la Liberación de la Madre Tierra es a largo plazo, es de aquí a 150 años por lo menos. Porque hemos crecido también dentro del sistema patriarcal, tenemos muchos resabios del sistema patriarcal, lo reconocemos. Y nosotros, nosotres, alcanzaremos a liberarnos de una parte de ese patriarcado. Pero ya vendrá la siguiente generación que va a liberarse más, y la siguiente va a liberarse más. Hay quienes dicen que en siete generaciones uno logra eliminarlo. Entonces, si no empezamos ahora nunca lo lograremos.

Así que también esta conversa es para decirles que hemos logrado tumbar 3.500 hectáreas de caña en doce fincas. Estamos en doce fincas. Allí estamos haciendo la vida. Y a esas fincas las llamamos puntos de liberación o aldeas de liberación. Un lugar donde se puede vivir bonito, donde se puede vivir sabroso. ¿Si cada rincón del planeta fuera un punto de liberación? Ya no serían solo 3.500 hectáreas, sino que habrían miles de hectáreas sin caña, sin pino, sin palma de aceite, sin soja, y allí creciendo la vida. Así que si caminamos juntes creo que podemos ir un poco más rápido. Pero si las luchas las hacen solo comunidades aisladas con su limitación creo que nos vamos a demorar mucho más. Algunos expertos del cambio climático dicen que nos quedan diez años para un punto de quiebre, otros dicen doce o treinta. El caso es que estamos muy cerca de un punto donde el daño causado por el cambio climático será tan grande que ya será difícil sanar la enfermedad que se le ha causado a la Madre Tierra.

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Vivimos allí y allí celebramos, festejamos, lloramos. Cuando hay que llorar los muertos, los lloramos. Han matado diez compañeros en cinco años. Y eso no ha sido motivo para detener la lucha que estamos haciendo. A esos diez compañeros los ha asesinado el Estado colombiano. Y el hecho de que lo contemos aquí abiertamente es un juicio político que le hacemos al Estado colombiano por ser responsable del asesinato de diez compañeros liberadores del pueblo nasa del norte del Cauca. Más adelante la historia y la Corte Interamericana o las corte internacionales van a juzgar al Estado colombiano.

¿Cómo han sido asesinados? Han sido asesinados porque mientras estamos en las fincas han intentado desalojarnos. Llega la gendarmería, los antimotines, el ejército, disparan gases. Disparan balas, llegan con tractores, con máquinas, nos dañan los cultivos a punto de cosecha. Cerca de 600 heridos en estas confrontaciones y diez compañeros muertos por estas incursiones del Estado colombiano o por persecución selectiva. Son cerca de 300 intentos de desalojos en cinco años y queremos contarles que en 300 intentos nunca han logrado desalojarnos. Siempre nos mantuvimos en las fincas, siempre pudimos manterner nuestro honor de no permitir que el Estado llegue a desalojarnos porque son nuestros territorios ancestrales. Allí vivieron nuestros abuelos, nuestras abuelas.

No hemos podido alcanzar mucho porque la mayor parte de estos cinco años se han ido en confrontar con el Estado. En estar pendiente de que no llegue la maquinaria a trabajar, en estar pendiente de que no crucen los paramilitares, en estar pendiente de que la seguridad privada de los ingenios azucareros no llegue y haga daño a la gente que está haciendo el control territorial, guardiando a la Liberación de la Madre Tierra. Y hay otros grupos como las Águilas Negras, paramilitares. Así que el poder cuidarnos, el poder proteger esas 3.500 hectáreas que ya hemos alcanzado, requiere mucho tiempo.

Mientras tanto, hemos tenido tiempo para hacer tres encuentros internacionales con gente así, como están ustedes, con gente que llega de alrededor de catorce países del mundo, alrededor de ochenta luchas distintas que llegan allí y nos comparten qué están haciendo, sus dolores, sus alegrías, sus apuestas. Hemos aprendido mucho de esas luchas. Hemos hecho también en estos cinco años, mientras el imperio nos ha dado un respiro, dos marchas de la comida que consiste en cosechar lo que hemos sembrado en esas tierras que estamos liberando, las ponemos en un bus, que allá le llamamos chiva, que es destapado. En la parte alta la llenamos de comida, de plátano, de yuca, de maíz, de frijol, de frutas. La últimas vez llenamos ocho buses y nos fuimos a seis ciudades. No llevamos la comida para vender, no la llevamos para truequear, solamente la entregamos en los barrios populares donde hay procesos de base, donde hay luchas en la ciudad. Nos encontramos con la gente que está haciendo la lucha allí y le compartíamos un poquito diciéndole: “nuestra lucha de liberar la Madre Tierra no es una lucha de nasas para nasas, sino es de nasas para todo el planeta”.  No alcanzamos para traer algo de comida a Buenos Aires, pero nos hubiera gustado traerles un poquito. Allá le decimos revuelto. Ojalá algún día podamos llegar acá con un poquito de revuelto y compartirles. Pero lo que hicimos en las seis ciudades, tómenlo como un símbolo de que lo que estamos haciendo en el norte del Cauca también es por ustedes. Porque el agua que crece allí, le da la vuelta al planeta, el aire que nace allí, el oxígeno que generan los árboles que crecen allí en la tierra recuperada, también se respira aquí. Y si logramos reforestar, así como esas 3.500 hectáreas, todas las regiones que el capitalismo ha esclavizado con sus cultivos, pues es muy sencillo, vamos a detener el calentamiento global. ¿Es muy fácil cierto? Solo es tomar la iniciativa y en cinco años liberar 3.500 hectáreas, ¿le apuestan? Decirlo es fácil, ¿no? Pero no tenemos opción.

Lo que vemos allí es que la vía institucional, es decir, pedirle al Estado que entregue esa tierra para sembrarla, nunca lo va a hacer. Hacer una marcha para que haya una ley que diga que esas tierras van a ser reforestadas, la burlan. Podemos lograr algo, pero en el congreso detienen todo y archivan el proyecto de ley. Y si llegara a ganarse, violan la ley, no la cumplen.  Así que ese espacio de ir a pedirle al Estado como si fuera un favor que está haciendo, como si fuera el dueño de la Madre Tierra, consideramos que ya no es el camino. Entonces nos metemos directamente a las fincas y hacemos la reforestación, la Liberación de la Madre Tierra por línea directa sin pedirle permiso al Estado. Solamente diciéndole a la Madre Tierra que estamos haciendo la lucha por su libertad, y cuando liberamos a la Madre Tierra, nos liberamos nosotras, nosotres.

No somos un grupo armado, no sé si lo que estoy diciendo se entiende como algo violento. No somos un grupo violento pero nos toca hacer la lucha a la fuerza, sin pedir permiso ni tener respaldo de una ley del Estado colombiano. Lo hacemos desde una ley natural que dice una cosa muy sencilla: “la Tierra es nuestra Madre”. Y si dejamos que se siga explotando por este sistema económico pues dentro de poco tiempo no vamos a tener el único hogar común que tenemos para vivir los pueblos, las especies, los espíritus.

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¿Cómo han ido avanzando en la recuperación de tierras? ¿Cómo proyectaban?

La verdad que cuando entramos en diciembre del 2014 lo único que dijimos es “vamos a liberar a la Madre Tierra”. De ahí en adelante no sabíamos nada más. Entonces empezamos a aprender en el camino. Por ejemplo, cuando apenas entramos sembramos veinte hectáreas de maíz, plátano, yuca, frijol. Pero vino una gran arremetida, un gran desalojo de unos 1.500 efectivos de la fuerza y nos dañó veinte hectáreas de cultivo. Fue una tristeza muy grande. Pero ahí aprendimos que no podemos cultivar tanto, que tenemos que cultivar poquito y en rincones donde no lo vean.

También al principio creímos que las liberadoras, los liberadores éramos los que más avanzabamos en la lucha. Pero nos dimos cuenta de que quien está haciendo la resistencia es la Madre Tierra y sus fuerzas espirituales. Eso nos costó tres años de caminar. Entonces, no hay una teoría, sino que en el camino vamos aprendiendo. Una acción nos llevá a la siguiente acción. Por ejemplo, hicimos dos marchas de la comida. Uno podría pensar que se tendría que venir la tercera, la cuarta. Pero ahí nos dimos cuenta de que no, que dejamos en dos y esperamos.

Entonces, con todas nuestras acciones vamos sintiendo lo que nos dice la Madre Tierra, lo que nos dicen los espíritus y con eso vamos avanzando. Ahora, sí hay tres acciones que nos hemos comprometido hacer: vamos a reforestar los nacimientos de agua, vamos a reforestar los riachuelos que cruzan las fincas que estamos liberando y vamos a comprometernos con las tecnologías ecológicas, tecnologías limpias en general.

También nos hemos comprometido en la escuela de nasa yuwe, el idioma propio del pueblo nasa que por los cinco siglos de la colonización se ha ido debilitando y en algunas partes se ha ido perdiendo. Lo que hemos notado hace poco es que no es posible liberar la Tierra desde el castellano, desde el idioma español. Solo se puede liberar la Tierra desde el idioma originario. Entonces, vamos a empezar con una tarea de unos veinte, treinta, cuarenta años de recuperar el idioma propio en las tierras que estamos liberando.

Esas cuatro acciones, cuando empezamos hace cinco años, no las sabíamos. Pero hoy, el caminar nos fue indicando. En el caminar vamos aprendiendo. No tenemos teoría ni tampoco métodos. Por ejemplo, el método de Paulo Freire que fue tan importante, hoy en día ya no lo valoramos tanto, ya cumplió su papel y tenemos mucha gratitud pero hoy en día apendemos más de un método que se llama sin método. Nos parece más cálido, más bonito.

¿Qué lograron con la marcha de la comida? ¿Se sumó gente a su proyecto de liberación?

Como les decía, no esperamos nada a cambio. En la última marcha, así como las chivas habían llegado a la ciudad cargadas de revuelto, que nos iban a conseguir ropa, cobijas, remesas, arroz, granos, para que las chivas llegaran llenas al territorio. Entonces les dijimos que no lo aceptamos porque la marcha de la comida no es un trueque. Lo que sí encontramos a cambio es que se fue sumando más gente para la lucha.

Entonces, en las seis ciudades, ya se conformaron grupos que no son tanto de apoyo a nuestra lucha, sino que se juntaron para fortalecerse en la ciudad para dar la pelea con más fuerza al monstruo capitalista. Eso ha sido un buen compartir, que el revuelto se convierta en lucha. Creemos que si en cada lugar  se hace fuerte la lucha de la gente, es muy beneficioso para nosotros porque si cada rincón del planeta que da pelea, que se le para firme al capitalismo, lo frentea con toda la fimeza, el capitalismo no va a lograr avanzar, pero cuando encuentre una debilidad, por ahí va a meterse.

Entonces eso es lo que hemos logrado, la fuerza en cada territorio.

¿Cuál es la relación con el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca)? 

Es la organización indígena de esa región. El CRIC nació en 1971. Es una de las primeras organizaciones indígenas de América y nació con un ideario que era recuperar la tierra, ampliar los territorios indígenas, fortalecer la autoridad indígena y no pagar terraje (un impuesto que se pagaba en esa época que consitía en trabajar para un hacendado que estaba dentro de los territorios indígenas). Con ese ideario nació la organización. Sin embargo, poco a poco, cuando nació la Constitución del año `91 , la lucha indígena se fue volviendo más institucional. Había que pedir una norma al Estado para que me protega, una ley, un decreto y la organización se volvió hacia eso.

Entonces, lo que decimos nosotros desde la Liberación de la Madre Tierra es que nosotros somos CRIC en cuanto plataforma originaria de lucha. Pero como forma de organización actual no nos convence porque ya lo ensayamos durante veinte años, lo experimentamos y en lugar de que esa vía institucional nos haga más nasas, en lugar de echar más raíces a la Madre Tierra, nos hizo alejarnos cada vez más de nuestros valores, de nuestra cultura, de nuestro legado ancestral.

¿Cómo ha sido la recuperación de los conocimientos de la medicina de la Tierra?

Mencionándolo de ese modo, podemos decir que quien está haciendo la lucha es la Madre Tierra y sus espíritus. Y que nosotres lo que hacemos es dejarnos llevar por el llamado que ella nos hace. Entonces, esa es la principal medicina, todo está en la Madre Tierra, todo tiene fuerza espirirual, dejarnos acompañar por las plantas que tiene su espíritu, así la lucha va a ser más fácil para darle la pelea al capitalismo

Por ejemplo, un día que había una confrontación muy fuerte, los antimotines y la gendarmería ya nos tenían casi agarrados. Los antimotines pasaron por unos árboles, había un avispero, despertaron a las avispas y se fueron contra los antimotines. Ahí nos salvaron.

Es también la fuerza de la Madre Tierra quien está dando la lucha. Es algo muy sencillo pero lo recordamos con mucha gratitud hacia las avispas.

Fuente:

“¿Si cada rincón del planeta fuera un punto de liberación?”: conversatorio con un compañero del proceso de Liberación de la Madre Tierra del pueblo nasa (norte del Cauca – Colombia)

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