El gobierno ordena el desalojo de La Emperatriz. A la paz todavía no le vemos la nariz
La noche del jueves 13 de octubre, la alcaldesa de Caloto, María Liliana Ararat, dijo que haría cumplir la ley ordenando el desalojo de fincas que están en proceso de liberación de la Madre Tierra. Muy temprano, el viernes, llegaron el ejército, la policía, el Esmad y la prensa a la aldea de liberación de La Emperatriz a desalojarnos.
Sin embargo, a pesar de que fueron más de 1.200 integrantes de la fuerza pública no lograron cumplir la orden de desalojo. Hicieron lo de siempre: dañaron, saquearon y sembraron miedo.
Más se demoraron en entrar que la comunidad en acudir a la resistencia. En menos de lo que canta un gallo el lugar de llenó de pueblo nasa.
Un grupo de Esmad dañó la sede que la comunidad tiene para reuniones. Consistía en un auditorio hecho en guadua con techo de hoja de caña, tumbaron y quemaron. Dañaron la cocina y el lavadero. La huerta de tomate, maíz, fríjol y verduras la destrozaron. Las gallinas y pollos se los llevaron. Los que no pudieron llevarse los mataron y dejaron ahí tirados. Bueno, señores comandantes de la fuerza pública ¿qué es lo que ustedes enseñan a sus hombres?
Otro grupo de Esmad se metió al resguardo a sacar a las personas de sus casas. Como toda la comunidad estaba resistiendo el operativo militar los niños estaban solos en las casas. No les importó a los hombres de negro encañonar a los niños y gritarles que sus papás salgan de las casas. Hola señores comandantes ¿qué tipo de gente es que tienen en sus filas? ¿No les da vergüenza?
Otro grupo de Esmad se metió a saquear la casa de un comunero. Se metieron a la casa, tiraron todo al piso, dañaron lo que pudieron y lo demás se lo robaron: remesa, huevos. A ver señor Santos ¿a esta gente del Esmad el Estado no les paga una mensualidad? Venir a un resguardo a llevar remesa… Si piden por las buenas hasta se les regala.
El resto, un grueso número, se dedicó a disparar balas, gases y recalzadas (cartuchos llenos de puntillas, fierros, cristales). Tenemos cinco compañeros heridos -entre ellos uno por arma de fuego de largo alcance- y varios golpeados, una vivienda saqueada, una huerta destruida y la sede de encuentro arrasada.
Lamentamos que en medio de la confrontación haya muerto un integrante de la policía. Frente a este triste hecho decimos junto a nuestro cabildo de Huellas: Es una “situación de lamentamos profundamente ante sus familiares y amigos, entendiendo que los responsables directos son el gobierno nacional y algunos empresarios que prefieren continuar enfermando la madre tierra con el monocultivo de la caña para la producción de los biocombustibles que limita la siembra de alimentos de campesinos, indígenas y afros”.
Mientras unos echaban bala, otros gases, otros recalzadas, los tractores tumbaron lo que pudieron y luego dejaron el terreno arado. La comunidad dice: nos dejaron trabajo adelantado, hay que planear la minga de siembra.
Hermanos y hermanas del planeta Tierra, les comunicamos: no lograron desalojarnos. En la finca vamos a seguir. Ya que el terreno está preparado vamos a sembrar. Vamos a construir nuevos ranchos y a renovar la sede. No tenemos afán, esto va para largo.
Ahora, echémosle cabeza a un asunto. Una alcaldesa que vota por la paz y un presidente que negocia con guerrilleros pintan bien, hasta para el nobel de paz. Ahí los vemos bien. Y entonces ¿qué es ese trato a la población civil? La paz es de obligatorio cumplimiento. Somos parte de la diversidad étnica y cultural y la Constitución ordena protegernos. Santos y Liliana, hagan lo mínimo, cumplan la Constitución.