El Estado sí cumple: intentó un nuevo desalojo pero no lo logró
Por Minga de comunicación.
Que no digan que el Estado no cumple. El municipio de Caloto informó que desalojaría la liberación de la Madre Tierra en Vista Hermosa y cumplió. Como se trató de una demanda puesta por el ingenio azucarero Castilla (ver alerta), las instituciones estatales fueron diligentes en atender sus “peticiones”. Sin embargo más se demoró el intento de desalojo que la comunidad en volver a construir esta aldea de liberación.
Eran las 5: 30 de la mañana, cuando muchas luces se observaron en medio de los monocultivos de caña que invaden la tierra en Vista Hermosa, Caloto, y sus alrededores. Seis camiones, dos tractores, tres camionetas y una tanqueta traían a las fuerzas de represión del Estado que madrugaron a desalojar a la comunidad que se encuentra liberando la Madre Tierra desde hace año y medio en este punto. Porque Vista Hermosa es una vereda del resguardo de López Adentro, liberada hace 30 años, y es también la hacienda cañera que está en proceso de liberación desde el 12 de octubre de 2016.
Aproximadamente 500 esmad (escuadrón móvil antidisturbios) llegaron disparando gas lacrimógeno que llegó hasta las casas de la vereda. „Yo estaba despachando a mis hijos para el colegio cuando escuché la alarma, salí y vi a la gente de la comunidad que corría diciendo “se entró el esmad’”, recuerda una liberadora.
„Yo me levanté a ver y había mucho humo, vi muchos antimotines donde estaban los cambuches, me dio mucho miedo porque a mí no me gusta cuando el ejército dispara“ dice Alexis, un niño campesino de El Carmelo, vereda vecina, mientras se cubre del gas con una pañoleta de color rojo y verde.
Como el desalojo estaba anunciado, la comunidad liberadora se ubicó en lugares estratégicos acordados previamente. Desde los puntos de liberación del norte del Cauca llegó comunidad a reforzar y acompañar a Vista Hermosa. Si el desalojo no hubiera sido anunciado ya la comunidad sabe qué hacer y hay una cuerda que hace vibrar la telaraña en cada aldea de liberación para llegar a apoyar. En general el plan funcionó, quedando cosas por mejorar.
Los esmad acompañados de decenas de corteros de caña llegaron hasta el lugar donde la comunidad construyó la aldea de liberación. Los corteros dañaron y quemaron todo lo que encontraron a su paso; mientras tanto el esmad cercaba el lugar disparándole gases lacrimógenos a la comunidad. En medio del escuadrón de la represión había personas de civil y unos como periodistas o comunicadores sociales que hacían su trabajo para los patrones que impulsan el desarrollismo en este país. Tenían tremendas cámaras.
El esmad y la policía entraron por la parte baja de la hacienda, por los lados de Padilla. A unos dos kilómetros de la vía principal, donde estaba el operativo grande, el ejército y la policía instalaron el centro de comunicaciones. Desde allí dirigían el operativo con tremendo centro de operaciones. Desde allí manejaban los drones y estaban muy contentos en esa tarea, cómodamente sentados en una mesa armable y sillas portátiles.
Dos tractores con rastrillos se dirigían hacia la aldea de liberación a dañar los cultivos de yuca y maíz, a completar la labor que los esmad y los corteros no alcanzaban. No hay que negar que los dañinos están bien organizados.
Un grupo de liberadores se encaminaron maliciosamente hacia el centro de comunicaciones de la fuerza pública. En el trayecto se encontraron los dos tractores. Al ver a los liberadores emprendieron la huída en dirección a Padilla.
Al acercarse al centro de comunicaciones fueron recibidos a bala por la policía y el ejército que lo custodiaban. Como es de esperar, los liberadores avanzaron con sus caucheras, machetes y gritos guerreros. Los del centro de mando entraron en pánico y levantaron lo que más pudieron de sus corotos y echaron a correr por un callejón del cañaduzal. “Alcanzamos a liberar la mesa y dos sillas. Nos servirán de comedor y de mesa para la relatoría del segundo encuentro internacional”, ríe un liberador.
Con eso hasta ahí llegó el operativo. Sin centro de mando se enloquecen. Hacia las 9 de la mañana, el esmad, la policía, los corteros y los como periodistas comunicadores sociales empezaron la retirada arriados por la comunidad, cañaduzal abajo. Dispararon gran cantidad de gases y recalzadas. Los empujamos hasta donde antes estuvo el puesto de mando.
Cuando regresamos a la aldea de liberación las y los que se quedaron ya estaban reconstruyendo los cambuches. “Una recolecta pal almuerzo”, dijo una liberadora. Hubo recolecta y a la una de la tarde almorzamos.
La bandera verde y rojo se izó en una cañabrava y la pancarta de la marcha de la comida adornó la cocina y la aldea reconstruida.
Y el regalo de un liberador, que no puede faltar: “Pueden venir cientos de intentos de desalojo pero aquí vamos a seguir liberando la Madre Tierra”.