La Albania: Se me enamora el alma, obvio

Por Minga de comunicación.

El lunes 3 de septiembre cientos de gentes de muchos lados se concentraron en La Albania para tumbar caña en la minga de liberación. Estaba yuyita (tierna, pequeña) y también por eso rindió tanto. Toda la explanada del lugar cambió de cara después de tres horas de minga. La sangre de un liberador la dejó abonada para la siembra.

En Vamos al corte, programa radial del Proceso de liberación de Uma Kiwe, una liberadora cuenta: “Es una minga muy importante, es la primera minga en grande con otros puntos… No estamos solos, todos estamos unidos, así es como se gana las tierras, las luchas. Estamos con más fuerza debido a que perdimos un compañero, ahora no vamos a abandonar estas tierras. Así sea que perdamos compañeros aquí vamos a seguir. Nosotros no estábamos trabajando como es, estábamos por las orillas. Cuando nos metemos a tumbar caña, el dueño manda la fuerza pública, cuando manda la fuerza pública perdemos un compañero. Debido a eso nos dedicaremos a tumbar caña y a sembrar comida. Así nos maten más compañeros pero nosotros vamos a seguir aquí”.

Las comunidades del resguardo de Lopezadentro entraron en La Albania el 27 de octubre de 2015, ya casi tres años. Al principio, como cuenta una liberadora, dedicaron el tiempo a cultivar en los rincones de la hacienda, mientras la caña crecía muy oronda en la explanada, en la mejor tierra, y su dueño seguía cosechando plusvalía como si la historia no se hubiera partido en dos desde el 2 de septiembre de 2005.

Ese día, comunidades de Huellas y otros territorios del norte del Cauca, entramos en La Emperatriz con la consigna “libertad para la Madre Tierra”. 11 días después el gobierno de Uribe, el “invencible”, tuvo que firmar un acuerdo por 20 mil millones de pesos para comprar tierra y entregarla a las comunidades. No cumplió, obvio, pero eso sirvió para aprender que al perro no lo capan dos veces y que ya no se aceptan más acuerdos. En adelante ya no se busca solo la reforma agraria, necesaria, obvio, sino algo más grande y sencillo: la libertad de Uma Kiwe.

Eso explica que hoy tanta gente llegue a las mingas de corte de caña, como esta del 3 de septiembre. En tiempos pasados también llegaba mucha gente, obvio, incluso el pueblo misak coloreaba de azul las haciendas en proceso de recuperación. La tierra recuperada vio brotar de los vientres mujeres y hombres nasa libres, por primera vez desde el año 1535. En estas tierras del proceso de liberación de Uma Kiwe, del cual La Albania hace parte, ya hay un puñado de niñxs nasas que nacieron en libertad. Lxs demás vamos liberándonos poco a poco, pero vaya tarea pa dura.

El lunes 3 no fue tan duro. La caña estaba yuyita, había mucho pueblo, la nube nos acompañó todo el tiempo y había chaguasgua (agua de maíz) cada media hora. El juego, obvio, nos acompañó todo el tiempo. La gente nasa no trabaja, juega. De ahí que liberar una finca sea tan divertido: liberar es jugar.

A las 11 y piola nos fuimos a la cocina, una construcción a la orilla de una quebrada, acogedora como el hogar más entrañable. Las compañeras, acogedoras como el rostro más cálido de todos los rostros, habían preparado un mote con carne en abundancia. La verdad es que liberando no se aguanta hambre. Bueno, en las mingas, porque en el día a día la cosa no es tan fácil. A veces toca arroz pelao (solo) con aguadepanela.

Después del almuerzo, el palabreo. Saludaron las autoridades, los y las juveniles, otros puntos de liberación y así, cada quien tuvo su turno. Desde allí mismo, una tarima a ras de piso, a la orilla de una quebrada, junto a una cocina humeante, dentro de una hacienda en liberación, lanzamos el primer paso de la Escuela política de la liberación de Uma Kiwe: el curso – taller de historia política del pueblo nasa.

Los oídos atentos, los ojos abiertos, el sol otra vez presente, los rostros sudorosos y sonrientes, la caña en el piso, las risas y bromas presentes. Y por dentro, el alma enamorada, obvio.

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