El ejército que protege a Ardila Lulle ataca la liberación de la Madre Tierra en Corinto
Ayer hacia las 10 de la mañana el Proceso de liberación de la Madre Tierra fue nuevamente atacado en Corinto por el ejército nacional de Colombia. El ejército cumple funciones de seguridad privada al servicio de Incauca, propiedad del emporio Ardila Lulle, dueño de el club de fútbol Atlético Nacional y del canal RCN, entre otras propiedades. Hay mucho en juego.
El ataque ocurrió cuando la comunidad que libera la Madre Tierra en Corinto se encontraba resguardando los terrenos de la hacienda Miraflores. La seguridad privada de Incauca que se encontraba en los terrenos fue expulsada del lugar por las y los liberadores pues, aunque las escrituras de esas tierras figuran a nombre de Incauca, ese es nuestro territorio ancestral. La seguridad privada llega a apoyar el trabajo de la maquinaria para la siembra de caña, unas veces, o para destruir nuestros lotes de cultivo y pastoreo, otras veces. El ejército llegó a respaldar a la seguridad privada. En realidad, desde hace tres años las fuerzas militares de Colombia cumplen funciones de ejércitos privados, contratados para cuidar cultivos de caña y para destruir nuestras aldeas de liberación. A pesar de todo el daño y muerte que han causado siempre les decimos: “retírense que el problema no es con ustedes. Ustedes también son pobres, explotados”.
“retírense que el problema no es con ustedes. Ustedes también son pobres, explotados”.
Tanto la seguridad privada como el ejército reciben estas palabras como el más grande insulto y nos insultan, entonces tenemos que correrlos con palos, piedras y machetes. Igual fue ayer 10 de julio. El ejército empezó a disparar sus fusiles (ver video abajo), insultó y golpeó a las compañeras liberadoras, hirió a dos liberadores y retuvo a un comunero de Corinto, para quien exigimos a la justicia colombiana sea entregado al cabildo indígena de Corinto, de donde es comunero. A uno de los compañeros heridos le quitaron el maletín con el que andaba. «No llevaba nada en mi maleta, para que no vayan a salir con algún montaje», advierte el compañero. Unas compañeras que intentaron arrebatarle a los soldados al comunero retenido vieron que «lo tenían tirado bocabajo en el pasto, con los brazos doblados hacia atrás y querían meterle algo en la mochila que llevaba terciada; eso hacen siempre para armar montajes». Según hemos escuchado, hay un trabajador de la seguridad de Incauca que resultó herido en medio del agarrón. Lamentamos que estas situaciones se presenten. A pesar de que fue la seguridad privada de Incauca quien asesinó a Javier Oteca, compañero liberador, el 22 de marzo de 2017, reiteramos que no andamos buscando confrontación ni con la seguridad del ingenio ni con el ejército. Solo si somos atacados responderemos.
En su accionar, tanto ayer como otras veces, las fuerzas militares utilizan a trabajadores cañeros para que destruyan nuestros cultivos y aldeas. Les pedimos a los compañeros corteros que no se dejen usar para atacar a otros pobres, el problema no es con ustedes. Más bien les pedimos que nos apoyemos en nuestras luchas y en caso de que no compartan la nuestra no se dejen usar para atacarnos. El contrato laboral no los obliga a dejarse usar para labores policiales a favor de los ricos que los explotan por un salario de miseria.
“aunque detengan gente, aunque nos maten gente, vamos a seguir liberando la Madre Tierra con más coraje”
Es claro que en estas tierras hay mucho en juego y Ardila Lulle ya lo dijo desde el principio: «prefiero financiar ataúdes que entregar esas tierras». Por eso este territorio del norte del Cauca, como muchos rincones del mundo, están siendo cercados militarmente por el capitalismo. Nuestra posición como proceso de liberación la dice claramente una liberadora: “aunque detengan gente, aunque nos maten gente, vamos a seguir liberando la Madre Tierra con más coraje”.
La memoria de que en estas tierras vivieron nuestros abuelas y abuelos; la sangre -que abona esta tierra- de nuestros compañeros, asesinados por las fuerzas armadas y por la seguridad privada de Incauca; los tres años y medio de dedicación de nuestra vida a liberar la Tierra; la esperanza sembrada en miles de corazones alrededor del mundo… nos dan la clara convicción de que aquí seguiremos creciendo y echando raíz. Al mismo tiempo.
Proceso de liberación de la Madre Tierra
Pueblo nasa, norte del Cauca, Colombia