El gobierno sigue atacando, la liberación sigue liberando

Nos tienen miedo porque somos felices. No es sino que nos vean pelando la muela en las fincas que estamos liberando y ahí mismo nos mandan la represión.

El domingo pasado hicimos dos mingas, una de siembra en Jagüito, una de corte en Chimán. Claro, la alegría va por delante, a una liberación no venimos a sufrir sino a pasarla bueno.

Al monstruo la felicidad genuina, original, originaria, le estorba. Ah, eso sí, no hablamos de la felicidad individual, posesiva, capitalista, patriarcal. Hablamos del wët wët fxi’zenxi (wetwet fi-nzeñi), vivir sabroso, vivir en armonía con todos los seres de la vida.

Estábamos así de felices cortando caña en Chimán el 5 de abril cuando llegó el ejército, la policía, el esmad. Pelear con el monstruo también nos gusta, pero ese día preferimos no confrontar, y en esas nos capturan un compañero. Lo golpearon hasta que se cansaron y se lo llevaron a la estación de policía dispuestos a echarle encima todo el peso de la ley, la de ellos, la de la propiedad privada. La nuestra, en su primer artículo dice “liberar la Madre Tierra”.

El lunes 6 volvimos a entrar en Chimán, ahora a sembrar. Hacia el medio día las fuerzas opresoras del estado colombiano llegaron y nos atacaron con gases y balas. Esta vez los resistimos. El pueblo afro, pueblo-pueblo, salió en nuestro apoyo. Al rato tuvimos tiempo para hablar con nuestros hermanos que da gusto. Es que cuando es pueblo con pueblo nos entendemos bien.

Mientras tanto, ese mismo lunes, en los tribunales, confrontamos contra el estado colombiano, con el poder judicial la situación del compañero retenido. Porque como es sabido, el monstruo estatal tiene cuatro patas: los que hacen las leyes, los que las hacen cumplir, los que las ejecutan y los que las para-ejecutan. Los cuatro, mandaderos de las corporaciones. En el centro del tribunal, el compañero retenido y golpeado parecía un ecce homo -estamos en Semana Santa-. Como también tenemos nuestras leyes, nuestra historia, nuestro legado ancestral, fue un choque de trenes. No tuvieron otra que entregarlo a nuestra autoridad propia, en este caso el cabildo indígena de Lopezadentro.

Felices de sembrar, de pelear en el cañal y en el tribunal, decidimos regresar a la comunidad. Una vez más, no lograron desalojarnos.

Durante estos días que el monstruo dio la orden de cese mundial, la liberación ha estado en el trabajo de preparar abonos orgánicos, sembrar alimentos en nuevas huertas, cortar caña en varias fincas, cuidar y mejorar las huertas existentes, organizar trueques y mercados dentro de la liberación y hacia las veredas, encaminarnos hacia las tecnologías ecológicas y preparar las nuevas acciones que vendrán.

Por el lado del gobierno colombiano, el presidente anda muy diligente prestando apoyo para un eventual ataque a Venezuela. Diligente allá, incompetente acá. El monstruo anda ajustando toda la tornillería, se le está desarmando la estantería, se notan las patadas de ahogao.

Muchas luchas logran desobedecer la orden de arriba. Sin descuidar la salud, siguen andando; otras, a riesgo de la libertad, de la vida; la gente de la salud haciendo de tripas corazón con este sistema chatarra de salud que el monstruo les dejó apagan el incendio con tacitas de agua.

Por estos días seguimos siendo felices. No es que no nos duela lo que pasa, ya lo hemos dicho en Vamos al corte, nuestro programa radial, nos duele que la gente esté sufriendo en las ciudades, pobres o ricos. Hasta que el monstruo les tocó directamente. Quien iba a imaginar a Jhonson en cuidados intensivos. Su antecesor, Tony Blair, apoyó a Bush en la invasión a Irak, igual que Asnar de España. Ahora el bichito que el mismo capitalismo creó les estalló adentro como una granada en las manos de un general.

No nos detenemos, liberar la Madre Tierra es caminar en la alegría. Caminar en (no hacia) el wët wët fxi’zenxi. No podemos liberar desde el aburrimiento, desde la depresión. Liberamos para dejar atrás cinco largos siglos de soledad y tristeza.

Mientras nos confinan, mientras nos deprimen y aquietan desde el miedo, ellos aceitan la maquinaria, se frotan las manos, cosechan dólares. ¿Qué nos queda? Mientras ponen en marcha su ofensiva, nos mantenemos a la ofensiva. Desde la alegre rebeldía y desde el cuidado: ser o no ser, nunca ha estado tan claro como ahora.

Continuaremos las mingas poniendo alegres carcajadas en el viento. Tómenlo como un gesto de gratitud, porque el lunes 6 en Chimán le devolvió todo el gas a los soldados y al esmad.

Proceso de liberación de la Madre Tierra

Norte del Cauca, Colombia.

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