Un lugar de encuentro con los espíritus
A un año y un día del asesinato de nuestros hermanos Abelardo Liz y Jhoel Rivera, fue un día de celebración en uno de los puntos de liberación de Uma Kiwe. Sábado 14 de agosto de 2021. Ese día, inauguramos la Tulpa, uno de nuestros lugares de encuentro con los espíritus de la Madre Tierra.
Desde temprano empieza a llegar comunidad y gente de más lejos. A cada uno se le recibe con saludos alegres y un plato de sopa de mondongo. El día está soleado con lluvia. Hay música y la chicha está bien rica.
Del lado de la Tulpa, las mayoras y los mayores abren camino. Otras personas decoran la tulpa con ramos de flores mientras una bebecita se ríe a carcajadas.
Diez pilares adornados con heliconias, un techo de iraca, una espiral de bancos de tronco cuyo centro rodea tres piedras que custodian el fuego. En lo espiritual representan la abuela, el abuelo y el nieto.
Alrededor perros, gallinas y gentes, un maizal gigante y plátanos en abundancia. Más allacito, la quebrada y sus árboles nos refrescan del calor. Aquí se siente la vida sabrosa. Esto marca bien.
Después del almuerzo nos acercamos a la cancha donde empieza un partido de fútbol de mujeres. “Chistoso este partido”, dice un liberador, “juegan sin juez”. Acá, hasta el fútbol se libera.
Las palabras no se hicieron esperar. Fueron llegando de apoco en el micrófono. Hablaron dos Satwesx, de Corinto y de Miranda, y un Nehwesx de Huellas. Nos dieron su saludo liberadores y liberadoras de distintos puntos y del punto mismo, así como universitarios que andaban visitando. Todas y cada una de ellas celebrando el hecho de que la comunidad no solamente libera el territorio sino también el pensamiento, la palabra y la acción desde la espiritualidad. Otras llamándonos a la responsabilidad frente a un espacio que nace a partir de la memoria de una ancestralidad que vive en cada uno de nosotros y nosotras, para que en comunidad se mantenga encendido y avivado el fuego que es luz, guía y calor para continuar caminando.
La Luna y El Sol salieron danzando seguidos de la comunidad liberadora al son de la chirimía, de la chicha y de la chaguasgua, reafirmando el sentir en cada paso danzado. Las mayoras y los mayores brindando la fuerza con la chonta, los niños y las niñas siguiendo el caminar.
Danzamos y brindamos con tanta alegría que ni nos dimos cuenta de la hora. Cuando un mayor brinda los últimos chorros de chirricho en las chontas, ya nos abrimos para dar lugar a lo que sigue: el mote, la carne y el baile.
“Esta Tulpa nos quedó muy linda”, dice un compañero. “Nos va a dar harta fuerza”, le contesta una compañera.