Apertura: Se encendió el fuego por la Liberación

Nuevamente nos encontramos en el calor de la solidaridad y unión, luego de compartir el alimento durante la marcha de la comida en los territorios de Bakatá, Cali, Manizales y Medellín. El agua, la milpa, el fuego nos convocaron a continuar el tejido de fortaleza para empezar el Tercer encuentro internacional de liberadores y liberadoras de la Madre Tierra. Los preparativos no se hacen esperar y las manos constantes dispuestas a trabajar llegan por montoneras.

Con los primeros rayos del sol se prendió el fogón, enlazando a las personas que fuimos llegando a la cocina, este lugar como centro de discusión nos abre el corazón y la sensibilidad para entender que en el alimento se encuentra el espíritu de libertad que ansiamos. Al son de una gran picada de comida de cultivos nativos como la habichuela y el olluco fuimos conjurando las charlas y las canciones que dan apertura al camino de la lucha. Risas, abrazos, encuentros, aprendizajes entorno a una olla conjuraron un ambiente de complicidad.

La instalación de las nuevas personas fue breve y nos dispusimos a la minga de adecuación colocando los cambuches que servirán para entregar la palabra y las acciones durante estos cuatro días, además de instalar los baños que impulsan tecnologías que están en armonía con nuestra Madre Naturaleza.

Siguiendo con la idea del hacer, plasmamos las pinturas que nos ubicarán en los días de palabreo y, para no perder ni la memoria ni el ejemplo, inmortalizamos los nombres de nuestros compañeros caídos en las tierras liberadas, derramando la sangre que abonarà el futuro. Comuneros: Javier Ascue, Ramòn Ascue, Guillermo Pavi, Daniel Felipe Bastos, Fredy Yulian Conda, Javier Oteca, Belisario Camallo, Lorenzo Largo, Yeferson Trochez, José Hector Latin; son la semilla que siembra resistencia.

A la luz del medio día nos encaminamos a la chagra comunitaria de maíz, a cosechar los frutos de años de esfuerzo donde antes crecía la caña sin escrúpulos, enfermando la tierra con el monocultivo. Ahora crece semilla limpia, disputando el espacio que se merece en medio de un monstruo que devora toda la vida. Nos empeñamos en protestar desde el cuidado con las barrigas llenas y los corazones contentos.

La espiral vuelve a danzar; niños, mujeres y hombres seguimos el ritmo de un grandioso grupo de música de Toribio que nos entregó los sonidos de guitarras, tambores y flautas, para darle la bienvenida al ocaso de un día que nos deja sabores en la boca y saberes en el corazón, en medio de los sudores del trabajo y las expectativas de las próximas enseñanzas.

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