ENCUENTROS LIBERADORES TCHUNZA 14, 15 y 16 de marzo

 

En ocasiones, aquí encerradas en edificios, rodeadas de cuatro paredes, sentimos que no tenemos escapatoria, somos la escoria del mundo, lxs citadinas enajenadas por siempre desenraizadas. Decidimos dejar la culpa y el miedo, decidimos organizar nuestras rabias y luchar. Lo primero fue dejar de creer que lo tenemos que hacer solas, nuestro primer acto de rebeldía fue mirar al lado, reconocer al otrx, reconocer la diversidad sin los lentes de las banderas y los dogmas. Así, distintas y extrañas, de muchos colores y sabores empezamos a tejer nuestras resistencias. No ha sido fácil, el encuentro con y entre nosotras no es fácil, largo es el camino de la destrucción y lo es más aún el de la creación.

Un día en este caminar, conocimos el proceso de liberación que llevan les compas Nasas en el norte de una tierra con olor a caña y sangre. Caña de los terratenientes, sangre de los pueblos originarios que desde la llegada del colonizador han dado su vida por defender la vida misma de la tierra y de todxs lxs seres que ella ha parido, ya nos lo han dicho, no es una lucha de nasas para nasas, para que otres seamos arriesgan su propio ser ¡Vaya lecciones que nos han dado!

Y otra que nos han dado últimamente: dejar de pensar tanto y ponerse a liberar la tierra desde donde se pueda. ¡Uy! frías nos han dejado.

Hemos visto como liberan la Tierra para que vuelva la vida y para la siembra, les vimos en chivas cargadas de comida visitando los barrios de cemento, ¡y volverán! ¡Este año volverán!. Asíque juntándonos algunitas por aquí ( porque así se comienza), decidimos dejar de solo pensarla y empezar a hacerla real, comenzar a germinar como semilla que somos. Hicimos los encuentros liberadores en Tchunza, el verdadero nombre que le dieron nuestros ancestros Muiscas a esta tierra boyacense. Nos encontramos en la universidad y en el barrio, esparciendo esporas que se difunden, crecen y comparten la palabra sentida de nuestras luchas.

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El primer día al sabor y calor de un canelazo yerbatero nos reunimos en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia para llevar a cabo la actividad que denominamos Maíz-tizando la autonomía alimentaria. Y de la mano de algunos cortos documentales y la lluvia, dimos a conocer la palabra de la liberación y de la marcha de la comida. Un espacio abierto y colectivo que tocó a muchos corazones.

Y claro, tuvimos mil dificultades, que el espacio, “ojo con el video beam porque si se daña nos toca pagarlo”, “que cuidado con el cable del sonido porque la gente pasa y lo desconecta”, “que había un toque programado entonces toca desmontar antes”, en fin, las dinámicas universitarias en su máxima expresión, sin embargo muchxs se acercaron, nos preguntaron, vieron los cortos, se tomaron un vasito de canelazo, se rieron y se mojaron a nuestro lado.

La liberación es paciente, eso lo hemos entendido y la semilla que todas somos, mañana crecerá en comunidad.

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El segundo día nos dimos cita en el Espacio Contracultural El Motín para una cena solidaria para que con la barriga llena y el corazón contento pudiesemos hablarnos y de paso reunir fondos para apoyar el proceso de liberación.

Poco a poco fueron llegando las personas, y con ellas El Motín se fue llenando de un calor alegre, la palabra se echó a andar y se posó en las intenciones de cada unx, nos vimos a los ojos y entendimos que para ser necesitamos de quien está al lado, que las luchas dispersas se evaporan pero que “Una mano más una mano no son dos manos; Son manos unidas. Une tu mano a nuestras manos para que el mundo no esté en pocas manos sino en todas las manos”

Vimos que la esperanza por liberar es preocupación de muchxs, pero falta conocernos entre todos y todas para articular procesos en los que podamos aportar y caminar juntxs, pues los monopolios , propiedades y control de la tierra no sólo se ejercen en el norte del Cauca, que en las ciudades estamos atrapados entre el asfalto y la contaminación, y que por debajo de ella está la tierra que abarca todo el territorio donde debemos empezar o seguir liberando en minga, en comunidad en trabajo en equipo.
Mientras le echamos muela a la paella y a la tortica de plátano tuvimos de todo, la alegría infantil, risas, ají, historias, musiquita que nos puso a cantar, documentales sobre las diversas luchas indígenas contados por las propias protagonistas… en fin, no les antojamos más, mejor para la próxima les invitamos.

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Y se llegó la Minga de trabajo, de nuevo en el barrio nos encontramos para generar espacios alternativos donde se pueda labrar la tierra sin poner como excusa u obstáculo el no tener un lote o una gran extensión de tierra, porque es importante comenzar a sembrar los alimentos de primera necesidad que utilizamos y qué hoy en día vienen cargados de fertilizantes y plaguicidas tóxicos nacidos de semillas transgénicas y manipuladas. Sembramos con el afán de crear una autonomía alimentaria donde escojamos que es lo que queremos comer librándonos de la imposición consumista y volviendo a lo nativo a lo natural.

Nos pusimos manos a la obra y en la minga de trabajo alistamos todo para sembrar: tablas, canecas, semilleros, plástico. Y de la forma más artesanal pero con la mejor intención creamos las estructuras para comenzar a echar a andar el banco de semillas limpias y nativas: cajones de madera y un invernadero .

Recogimos los mal llamados desperdicios, para nosostrxs material que ofrece la tierra para devolvérselo en formas de abonos orgánicos y limpios como el compostaje mostrando que no es necesario darle más al consumo exagerado de químicos . Palabreamos mientras trabajamos de cómo empezar a limpiar semillas, del facilismo con el que se consiguen los productos que comercializan los grandes almacenes que adquieren todo importado dejando a un lado lo nuestro, lo local lo que por tradición cosechamos. Como las plantas medicinales que ayudan a mejorar nuestra salud y el espíritu tomando una fría aromática de hierbas para la sed acabamos la minga de trabajo mirando la apertura de unas lindas flores, de nuestros pensamientos y la esperanza de liberar siempre la madre tierra .

¿Y qué más? Pue esto esto recién empieza, todo está por hacer y ofrecemos nuestras manos y nuestras voluntades para liberar desde nuestro pensamientos, vientre y nuestro territorio.[:fr]

Parfois, enfermés ici dans nos immeubles, entourés de quatre murs, on sent qu’on a pas d’échappatoire, qu’on est des délaissés du monde, les citadin.es aliéné.es, à jamais déraciné.es. Alors on a décidé de se séparer de la faute et de la peur, on a décidé d’organiser nos colères et de lutter. D’abord, on a vu que fallait arrêter de croire qu’on devait lutter tout.es seul.es: notre premier acte de rébellion a été de regarder autour de nous, se reconnaître les un.es les autres, reconnaître la diversité sans le filtre des drapeaux et des dogmes. Et c’est comme ça, différent.es et étranges, plein.es de couleurs et de saveurs, qu’on a commencé à tisser nos résistances. ça a pas été facile, la rencontre avec et entre nous n’est pas facile; si le chemin de la destruction est long, celui de la création l’est plus encore.

Un jour, notre chemin a croisé celui du processus de la libération des amis nasas du Nord du Cauca -une terre qui sent la canne et le sang. Canne des propriétaires terriens, sang des peuples originaires qui depuis l’arrivée de la conquête donnent leur vie pour défendre la vie de la terre et de tout.es les êtres dont elle a accouché.es. Ils le disent ainsi: «la libération, c’est pas une lutte de nasas pour les nasas; pour que tous les êtres puissent êtres, nous risquons notre être.» Sacrée leçon, non?

Et en voilà une autre de leçon qu’ils nous ont donnée, y a pas longtemps: il faut arrêter de penser trop et se mettre à libérer la terre là où on peut. Wah, on en est resté.es bouches bées.

On a vu comment ils libèrent la terre pour que revienne la vie et pour semer, on les a vu visiter des quartiers de ciment dans des bus chargés d’aliments à partager… «Et on reviendra!» Cette année, ils vont revenir! Alors on s’est réuni.es par ici, et on a décidé d’arrêter de penser et faire que ce soit réel, commencer à germer, comme les petites graines que nous sommes. Nous avons organisé les rencontre libératrices à Tchunza, le vrai nom que nos ancêtres Muiscas ont donné à cette terre de Boyaca. Nous nous sommes rencontré.es à l’université et dans le quartier, dispersant des graines qui se diffusent, grandissent et partagent la parole de nos luttes.

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